miércoles, 23 de octubre de 2013 1 comentarios

Biblioteca Digital Mundial

La Biblioteca Digital Mundial es un proyecto de la UNESCO inaugurado el año 2009. Comprende documentos y conocimientos relacionados con la cultura de diferentes países del mundo. Este proyecto, disponible en varios idiomas, ha sido creado con el apoyo de La Bibliotheca Alexandrina de Egipto, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y otras bibliotecas nacionales y algunas instituciones culturales y educativas de más de diez países diferentes. L@s invito a disfrutar de este nuevo horizonte de información para hacerla conocimiento.

domingo, 20 de octubre de 2013 1 comentarios

¿Educador?

La corrupción en nuestro país no tiene límites y ahora ya involucra hasta a los dirigentes sindicales de Educación Pública, como el caso del presidente de la Federación de Educadores del Paraguay (FEP), Carlos Parodi, quien viene cobrando sueldos por cargos que no ejerce.

Parodi dirigió una huelga por más de un mes, exigiendo al gobierno reivindicaciones varias, cuando él cobraba sueldos importantes sin trabajar siquiera y, peor aún, recibía un sueldo de director de un colegio que se cerró hace más de siete años. Este hecho es una falta de respeto y hasta una vil burla a sus colegas docentes que realmente trabajan y, en especial, a aquellos maestros que enseñan ad honoren desde hace años.

Parodi cobró el mes pasado como supuesto director del colegio nacional Dr. Julio Cosme Gutiérrez, de Villa Elisa, que se cerró en el 2006. Además, percibió su salario en forma íntegra cuando a sus colegas se les descontó por los 15 días de huelga.

Parodi también es director “en papeles” del colegio San Martín, pero tampoco aparece. Además, en esta institución figura como docente, pero no enseña, según confirman.



Cuántos docentes existen en nuestro país que trabajan en doble turno y muchos tienen que pagar hasta tres pasajes para llegar a su lugar de trabajo, sin tener un sueldo. Pero, el dirigente gremial, sin la más mínima vergüenza, cobra más de G. 5 millones sin trabajar.

Lo mínimo que debe hacer Parodi es renunciar a los rubros que cobra sin trabajar y pedir perdón a sus colegas y a la población paraguaya.

Como dirigente sindical, se puede entender que no pueda ocupar un cargo en forma permanente y que deje un encargado de despacho. Pero, cobrar como director de una institución que no existe no tiene excusas, no se puede ensayar siquiera una explicación.

Los propios agremiados a la FEP deben exigir a su dirigente que rinda cuentas de sus acciones y que devuelva la plata que cobró sin trabajar.

Por Higinio Ruiz Díaz
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Conquistas ciudadanas

En medio de una crisis de representación y liderazgos, sin real capacidad de movilización pero haciendo sentir su indignación en redes sociales y medios periodísticos, un significativo sector de la ciudadanía paraguaya logró esta semana dos valiosas e inesperadas conquistas:



1) Derrotar a la “cultura del secretismo”, forzando a varias instituciones del Estado a permitir el libre acceso a la información pública, entregando listas de empleados y salarios.

2) Obligar a que el Gobierno dé marcha atrás en su desatinado intento por designar al nieto del ex dictador Alfredo Stroessner como embajador ante las Naciones Unidas, en lo que iba a significar una perniciosa reivindicación del régimen dictatorial y una afrenta a todas sus víctimas.

Lo ocurrido enciende nuevas luces de esperanza, en medio de lamentables regresiones del proceso de construcción democrática en el Paraguay.

La lucha por el acceso a la información pública, sostenida en forma casi solitaria por un reducido grupo de ciudadanos y organizaciones civiles, parecía estar encaminada al fracaso ante la tajante oposición de la clase política y sin ser asumida como importante por el conjunto de la sociedad, hasta que un pedido inicial del diario Última Hora, para que autoridades del Poder Legislativo den a conocer las nóminas de funcionarios y sus respectivos salarios, se encontró con una negativa tan impune y soberbia, contrariando a la propia Constitución, que se hizo muy evidente lo mucho que tenían para ocultar.

La filtración de datos a la prensa –gracias a anónimos y heroicos informantes–, permitió revelar escandalosos casos de legisladores que contrataron, sin concurso de méritos y con altos sueldos, a parientes, niñeras y amantes, lo cual elevó la indignación popular.

Lo que en principio parecía apenas una pulseada más entre el periodismo y los políticos, se convirtió en campañas en las redes sociales y en movilizaciones ciudadanas, hasta dejar en jaque a los legisladores.

El golpe de gracia lo dieron –con oportunista habilidad– los miembros de la Corte Suprema de Justicia, al dictar un histórico fallo y establecer que las nóminas de funcionarios y sus salarios son datos públicos y deben ser entregados sin cuestionamientos. Como estocada final para el Poder Legislativo, revelaron las listas y los sueldos de funcionarios del Poder Judicial, aun exponiendo a más de un ministro de la Corte en llamativos casos de nepotismo.

A lo que la colega Susana Oviedo bautizó como “la primavera informativa”, se suma la simbólica derrota de una pretendida reivindicación del stronismo. Sobre todo, por la torpe manera en que el presidente Horacio Cartes manejó el tema. Su expresión “¿Qué te hizo Stroessner? ¿Te sacó la novia?”, dicha a un periodista, quedará en la antología de las frases políticas disparatadas, y obligará a revisar la inexistente política de derechos humanos.

A pesar de todo, la ciudadanía sigue viva y mantiene su capacidad de indignarse. Es bueno celebrarlo.
viernes, 18 de octubre de 2013 0 comentarios

El porqué del silencio...

En la cultura paraguaya mestiza, estar en el poder y desaprovecharlo es ser výro. Un soberano výro, tonto de marca mayor. El provecho, ante todo, es personal. Luego familiar. Finalmente, comunitario: para la parentela, los amigos, los vecinos y los korreli.

Por algo el refranero popular recoge esta expresión: “Okaru ha oporomongaru haguä político ojepoi korápe”. Para comer —hasta vomitar por supuesto— y dar de comer es que se tiran a la cancha.

En la concepción de muchos, política y honestidad no pueden ir de la mano. Tampoco política y ética. El político tiene que hacer valer su peso, su influencia para colocar a sus elegidos en la administración pública.

El imaginario colectivo considera que si alguien es ministro, parlamentario, presidente de un ente descentralizado, comisario, jefe, capitán, o presidente de la República —con más razón— tiene que usar su influencia para repartir el botín del Estado. Si no lo hacen, ¿para qué sirven?

Los políticos no quieren ser ni parecer výros. Al contrario, la mayoría quieren hacerse pasar por listos, inteligentes y capaces. Por lo tanto, se alinean a lo que algunos sectores sociales esperan de su gestión.

Los que logran más nombramientos, recomiendan con mayor eficacia y consiguen en un 90 por ciento lo que se les pide, son los que funcionan. Umía oiko. El resto, ndoikói y mejor vuelven a la llanura.

Las ollas de la administración pública que, a cuentagotas y solo como producto de la presión, se van destapando ratifican que muchos de los poderosos siguen utilizando sus puestos de privilegio para conseguir nombramientos.

A los que han ido agigantando la obligación salarial del Estado día a día, mes a mes y año tras año, no les importa que el 80 por ciento de lo que el Ministerio de Hacienda recauda vaya a parar a salarios, mientras 1 de cada 4 paraguayos pase hambre tal como este diario publicaba ayer al hacerse eco del Día Mundial de la Alimentación.

Estos que abarrotan de gente —ociosa muchas de ellas— las instituciones públicas, son, en parte, los culpables de la pobreza del Paraguay.

Si en vez de 270.000 funcionarios públicos solo hubiese 170.000, lo que hubiera correspondido pagar a 100.000 jatevu juru akua, se emplearía para dar más dinero a Educación, Salud, Obras Públicas, Seguridad y otros sectores postergados, porque hay que priorizar el sueldo de los parientes, amigos y demás hierbas malsanas.

El Congreso montó en colera cuando Última Hora les pidió un simple listado del personal de cada cámara. Al ver los nombres de los funcionarios y los montos impiadosos que pagamos a muchos funcionarios públicos, se explica por qué tanta resistencia para confirmar las sospechas: despilfarran nuestro dinero para financiar sus intereses.

http://www.ultimahora.com/ahora-se-entiende-que-tanto-silencio-n732517.html
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Una duda razonable

El juez le advierte a los miembros del jurado que han asistido a un caso largo y complejo y que, por ser un crimen en primer grado, la pena es de muerte: la silla eléctrica. “Un hombre ha muerto. Está en juego la vida de otro hombre. Si albergan una duda razonable sobre la culpabilidad del acusado, una duda razonable, deberán emitir un veredicto de inocente. Si no existe duda razonable, deberán, con la conciencia tranquila, declarar culpable al acusado”. Con esta escena comienza “Doce hombres en pugna” (Sidney Lumet, 1957), una obra maestra.

Once miembros del jurado están convencidos de que el chico mató a su padre de una puñalada. Uno solo tiene una duda, “una duda razonable”, de la que irá estirando como la cuerda que marcaba el camino para no perderse en el Laberinto de Dédalo. Reconoce que no sabe si el acusado es inocente o culpable, pero tiene una duda y considera que ella es razonable.

Pocos días atrás, un profesor cuestionaba aspectos del sistema educativo español diciendo que se ceñía a trasmitir información a los alumnos, temas cuyas respuestas son ya conocidas y que esto no es, en realidad, conocimiento. Proponía que se buscara transmitir a los jóvenes dudas antes que certezas, preguntas antes que respuestas, curiosidad antes que seguridad, porque de este modo se despertaría en el alumno la necesidad de investigar, no solo sobre lo que
es “el bosón de Higgs”, sino también qué significaba Dulcinea dentro de los delirios de Don Quijote; o bien, de dónde proviene su nombre: quijote, un sustantivo que está en el diccionario y que creo nunca nadie ha ido a buscarlo. ¿Por qué? Pues porque se espera que venga alguien a decírnoslo. ¿No es este acaso el espíritu que nos han transmitido nuestros profesores?

En otras palabras: es necesario que se siembre en el alumno “una duda razonable”, con mayor urgencia que entre los miembros del jurado, pues ellos tienen que decidir sobre la vida de una sola persona. La educación tiene que decidir sobre la vida de generaciones y generaciones.

Hace no mucho, en Paraguay se llevaba adelante “Una computadora por estudiante”. Desde aquellos días en que fueron distribuidas entre los niños con profusión de ruido mediático en torno a los políticos, no volví a escuchar nada al respecto. Me pareció entonces una idea estupenda poner en mano de los niños una herramienta tan contemporánea como es una computadora. Pero es justamente eso y nada más: una herramienta. Desde que apareció en nuestras vidas la computadora, siempre creí que detrás de esa explosión de interés se escondía un gran engaño: la gente se arrojó sobre ellas pensando que todas sus carencias intelectuales quedarían satisfechas; el conocimiento estaba en la punta de un botón: el mundo de la ciencia, la filosofía, el arte, la cultura, la literatura, el deporte, estaba en nuestras manos.

Luego vino la desilusión. La computadora no genera conocimiento. A lo sumo, brinda información; y no se la brinda a cualquiera, sino solo a quiénes saben dónde y cómo buscarla. En España a la computadora le llaman ordenador. Personalmente, creo que es un término más ajustado, ya que define con mayor precisión a esta herramienta: es un ordenador de información, de datos, de cifras. Es una herramienta capaz de realizar tareas que nos llevarían quizá meses hacerlas a mano, en pocos minutos, incluso no estando nosotros en casa. Es una maravilla. Pero no genera conocimientos. Este fenómeno solo se realiza, de manera exclusiva, en esa computadora que es mucho más que un ordenador y que se llama cerebro. Pero para ello debemos sembrar “una duda razonable”, como la que le llevó a Hipatia a tirar una bolsa cargada de arena desde lo alto del mástil de un barco y comprobar que sí, que la Tierra se movía; como la que le llevó a Darwin a estudiar el pico de las aves de las Galápagos y concluir la evolución de las especies vivas; como la que le llevó a Colón a navegar al oeste y comprobar que sí había otros continentes. Mientras tengamos convertida a la educación en un programa televisivo de preguntas y respuestas, jamás nos apartaremos del Puerto de Palos.

Por Jesús Ruiz Nestosa


martes, 15 de octubre de 2013 0 comentarios

Aula flipped más allá del aula

lunes, 14 de octubre de 2013 0 comentarios

Ética y el futuro del país

Un pueblo sin ética está gravemente enfermo. El tejido moral de la nación está roto. Y en sus células se ha infiltrado un cáncer social, la corrupción, que ya ha producido tumores, algunos reconocibles a simple vista e instalados en órganos vitales de la nación, en los tres poderes del Estado, en el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. La corrupción es tan terrible como el cáncer, porque sus células malignas se multiplican aceleradamente y contaminan lo que tocan. A su paso van produciendo la destrucción y preanuncian la muerte.

Si no se extirpan rápidamente los tumores de la corrupción, a los hijos y los nietos les llegará un país desintegrado y moribundo. El extraordinario esfuerzo de fuerzas vivas y sanas de la nación que trabajan honestamente por mejorar la economía, la salud, la educación, la seguridad, la convivencia en paz, la imagen del país, será esterilizado por los corruptos amparados en los poderes del Estado y por los otros corruptos, los narcotraficantes, los guerrilleros delincuentes, los proxenetas y comerciantes del sexo de mujeres, de jóvenes, adolescentes y niños, por los contrabandistas, los ladrones y asaltantes criminales, que seguirán impunemente haciendo cada día más difícil nuestra vida y nuestra paz.

La enfermedad es evidente y el panorama está claro. Ante ellos hay una sola opción: cirugía y una terapia masiva y urgente.

Por muchas causas, entre las cuales hay que sumar la deficiente educación, se ha producido un hecho: la ética no está suficientemente incluida en la entraña de nuestra cultura y de nuestras conciencias.

Poca gente sabe lo que es la ética. Muchos piensan que seguramente es un conjunto de normas, que impiden ciertos comportamientos humanos, que se consideran malos, porque hacen daño.

Los que piensan así tienen una visión desorientada y empobrecedora de lo que es ética. A los filósofos siempre les ha interesado reflexionar sobre el comportamiento humano. Así han creado esta rama de la filosofía que es la ética. En el fondo, como dice Adela Cortina, la ética se ocupa del bien de los seres humanos y tiene como objetivo responder a dos preguntas: ¿qué podemos hacer para ser felices? Y ¿qué debemos hacer para que cada ser humano se encuentre en situación de lograr su felicidad? (12ª ed. 2007, 38s).

La primera pregunta les ha interesado sobre todo a los orientales. La segunda ha sido muy repensada y elaborada en occidente. Desde la filosofía griega con Aristóteles, pasando por la filosofía medieval con figuras extraordinarias como Santo Tomás de Aquino, hasta llegar a la filosofía moderna con Kant, el deber ha sido considerado constituyente esencial del comportamiento humano para alcanzar la felicidad. Kant ha sido muy sutil al hacernos ver que la felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.

Es evidente que la vivencia de la felicidad es relativa al modo de ser, de pensar y soñar de cada persona. No hay un solo molde de felicidad, como no hay un solo molde de la psicología de las personas, cada cual tiene la suya y desde ahí elige lo que cree que le hace feliz, que no siempre coincide con el deber. Por eso entre el derecho a la felicidad y la exigencia del deber la filosofía contemporánea pone la necesidad de la reflexión y el diálogo.

Si yo pienso que me hace feliz robar el dinero del pueblo abusando del poder en la administración pública o violando a una mujer o un niño, está claro que la reflexión y el diálogo sobre mis deberes y los derechos ajenos me harán ver que eso no es felicidad, en todo caso podría ser placer morboso de una persona inmoral, psicológica, social y humanamente corrompida.

Cuando en una sociedad abundan las personas que se nutren de placeres morbosos a costa de los bienes y los derechos de otros, esa sociedad está descomponiéndose con focos de podredumbre.

Si la sociedad no elimina lo podrido, toda ella quedará contaminada y podrida, sobre todo si la podredumbre ha entrado en los órganos vitales de la sociedad. La permisividad, la pasividad ante la corrupción es colaboración por omisión y autodestrucción.

Si siguen así las cosas, Paraguay no tiene futuro.

Por Jesús Montero Tirado
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Principios repulicanos

El sábado se recordaron los 200 años de la proclamación de la República del Paraguay. Fue éste el paso definitivo que consagró sin la menor sombra de dudas la independencia de nuestra nación de cualquier poder extranjero. Si bien la soberanía paraguaya estuvo amenazada en los años siguientes en un contexto de inestabilidad en la región, el 12 de octubre de 1813 quedó muy claro, de hecho y de derecho, para los propios paraguayos, que la independencia era la voluntad de todos y que era irreversible e irrenunciable. Nuestra nación asumía para su gobierno la forma republicana, inspirada en las instituciones romanas, entre ellas el consulado, compartido por el doctor Rodríguez de Francia -soporte intelectual de la Revolución de Mayo- y por Fulgencio Yegros, indiscutido líder militar del Paraguay independiente.

La fecha pues tiene doble importancia. Por un lado es la ratificación irrevocable de nuestra soberanía y, por el otro, se constituye en la primera República de Sudamérica, en tiempos en que no eran pocos los que planteaban organizaciones estatales distintas, como monarquías o imperios criollos. Los 1.000 diputados que tomaron parte del Congreso de 1813 -elegidos por “pluralidad de votos”, según crónicas de la época- instituyeron además un reglamento de gobierno -cuyo texto original fue exhibido en estos días por la Secretaría de Cultura- al que los cónsules y funcionarios del gobierno debían ajustar su conducta y por el cual se distribuían las diferentes atribuciones, incluida la creación de un tribunal de alzada para dirimir las cuestiones judiciales. Se cuenta que el fervor patriótico era tal que los diputados echaron del recinto al único de ellos que abogó tímidamente por la unión con Buenos Aires.

Al acto central de conmemoración de tan trascendental fecha para nuestra historia, con la presencia del presidente de la República y el titular de la Corte Suprema de Justicia, solo acudieron cinco legisladores. Este “vacío” de los diputados y senadores no resulta extraño a la luz de las últimas actitudes asumidas por los legisladores.

En este sentido, es todo un síntoma de la escasa vigencia de los principios republicanos en el Congreso las declaraciones del presidente de la Cámara Baja, Juan Bartolomé Ramírez, quien llamó a los diputados “80 príncipes”, cada uno de los cuales necesita un mínimo de “10 empleados de confianza” solventados naturalmente por cuenta del Estado. La negativa de senadores y diputados de transparentar la nómina de empleados del Poder Legislativo -donde aparecen hijos, hermanos, esposas, novias, recomendados y toda clase de allegados a los mismos parlamentarios- es el comportamiento de una casta que se siente por encima de la ley y de los demás ciudadanos, con privilegios y prerrogativas que están muy lejos de cualquier valor republicano.

La defensa de los miles de operadores partidarios en la Justicia Electoral y otras instituciones, el festín con recursos públicos en las pensiones graciables y la frecuente autoasignación de beneficios y remuneraciones son otras tantas muestras de una visión de la política que concibe al patrimonio del Estado como propiedad de los políticos y las autoridades. Esta visión parece más asociada precisamente a príncipes y reyes antes que a auténticos republicanos y demócratas.

Paraguay necesita encender de nuevo aquel entusiasmo patriótico de 1813, cuando con una enérgica determinación se resolvió romper las cadenas impuestas por todo tipo de amos, se encuentren éstos dentro o fuera de nuestras fronteras.
sábado, 12 de octubre de 2013 0 comentarios

¡República o muerte!

A la una de la tarde del 12 de octubre de 1813, el Paraguay comenzó a ser República. Una definición institucional que los vecinos adoptarían mucho más tarde: la Argentina en 1860, después de varias denominaciones, las que se iniciaron con la de “Provincias Unidas” en 1810, hasta la Confederación, vigente antes del Decreto del presidente Santiago Derqui, el 8 de octubre de aquel año. Brasil abandonó la monarquía el 15 de noviembre de 1889, cuando el Mariscal Manuel Deodoro da Fonseca sublevó a las tropas acuarteladas bajo su mando, declarando la República. Un detalle sarcástico de esta gesta se debió a que el movimiento republicano se incubó durante la guerra contra el Paraguay de la que Pedro II, el emperador depuesto, fue numen y gestor principalísimo.
En el Uruguay, la “República Oriental” sustituyó al “Estado Oriental” el 1º de marzo de 1919.

Pero el año 1813 no fue sólo histórico por lo que sucedía en Paraguay donde 1.000 ciudadanos de todos los rincones del país, se reunían en el Convento de la Merced para analizar y decidir las formas de gobernarse, sino porque se trataba de una situación que contrastaba dramáticamente con el generalizado desconcierto que había producido la caída de la monarquía española bajo las botas de Napoleón, en 1808. Pues en el resto de las antiguas provincias americanas, cundía la incertidumbre y se sucedían unas tras otras, las declaraciones de autonomía o independencia aunque casi todas ellas jurando lealtad y obediencia al “amado Rey Fernando”. La antigua y desfalleciente monarquía no se “tragó” sin embargo esta rebelión bajo tan devoto ropaje y en 1814 iniciaría la sangrienta reacción, comenzando con el desmantelamiento de las noveles “patrias” americanas. Las “guerras a muerte”, repetidas e inacabables a partir de entonces y hasta 1824, produjeron una devastadora marea de violencia, lejos de los sueños de libertad y felicidad que habían animado a los patriotas. En 10 años de lucha se cuantificaron 260.000 muertos en Venezuela y 610.000 en México; mientras que en la cuenca del Plata, las facciones en pugna tras el poder, los remedos de gobierno, la preeminencia de caudillos frente a las instituciones, además de los degüellos y matanzas, hacía materialmente imposible un cálculo de las pérdidas.

¿En qué consistía el valor de aquel “anticipo” institucional que Paraguay daba a su pares de América? Básicamente, en un intento de alinearse al concepto de RES PVBLICA (la cosa pública) y desarrollar un estado bajo el imperio de la ley; algo que hoy llamaríamos “Estado de Derecho”. Se planteaba “…la realización de las aspiraciones generales, arrostrar los múltiples problemas que promueve la convivencia social” junto al intento de buscar la felicidad de los pueblos a través de una vida digna. Y lo hacían personas de escasa ilustración y experiencia que, salvo dos o tres referentes, no habían accedido a la luz del conocimiento pero que, tras siglos de aislamiento, injusticias y padecimientos de toda clase, estaban inoculados con un orgullo nacional del que carecían los demás americanos. Además de un fuerte sentimiento de arraigo, sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva, virtudes que habrían motorizado lo que la ilustración no pudo brindarles. La modesta cantidad de 68 muertos en la época más violenta de la “represión francista”, cuando es descubierto un complot contra la vida del Dictador, es “cartón y pan pintado”, frente a la desoladora estadística anterior.

PARAGUAY, la única provincia de ultramar sin costas de mar a partir de 1617.

El único país que, ya República, conservara el nombre del solar preexistente a la llegada de los europeos.

La única colonia en la que sus habitantes se llamaron “paraguayos” cuando las demás colonias ni siquiera existían; y que ya manifestaban un “amor de patria a la tierra que los vio nacer”.
El único pueblo que en un 85% de su población, conserva y se comunica en la lengua de su población original.

La única Nación que integró a sus castas en una sociedad igualitaria en la que desaparecieron las características raciales, que en otros países de América sirvieron para descalificar y discriminar a los seres humanos, …no pudo haber dado al mundo las muestras de heroísmo y pasión en la defensa del terruño sólo por casualidad o por el ocasional valor de sus conductores.
Todo este bagaje de valores y virtudes debería hacer que los paraguayos del siglo XXI merezcamos mejores gobernantes de los que tuvimos y representantes más aptos de los que tenemos. En aquel 12 de octubre de 1813, el sentido del honor y el patriotismo suplió lo que faltaba de experiencia de Estado o conocimientos académicos. Hoy …lo que tengamos, es inútil si no existen honor y patriotismo.

Por Jorge Rubiani

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/republica-o-muerte-627659.htm
viernes, 11 de octubre de 2013 0 comentarios

Chatura moral e intelectual

Hay una asamblea de “ochenta príncipes”, cada uno de los cuales tiene derecho a un séquito de ocho a diez personas de confianza. Lo dijo Juan Bartolomé Ramírez, presidente de esa asamblea que, no obstante, sigue llevando el prosaico nombre de Cámara de Diputados. Si bien el número de príncipes se mantiene constante, el de cortesanos aumenta porque los nuevos se suman a los anteriores, tanto que hoy ya son 1.088 los que modestamente se hacen llamar funcionarios o contratados. Es claro que a los súbditos, comúnmente conocidos como ciudadanos aportantes de impuestos, les resulta cada vez más caro sostener a tantos aristócratas: el presupuesto de la corte pasó de 76.341 millones de guaraníes en 2008 a 224.894 millones este año. Pocas veces se habrá visto, en la historia del Paraguay, tanta desfachatez por parte de quienes, en vez de representar al pueblo, se aprovechan de él escandalosamente. 

Hay una asamblea de “ochenta príncipes”, cada uno de los cuales tiene derecho a un séquito de ocho a diez personas de confianza. Lo dijo Juan Bartolomé Ramírez, presidente de esa asamblea que, no obstante, sigue llevando el prosaico nombre de Cámara de Diputados. Si bien el número de príncipes se mantiene constante, el de cortesanos aumenta porque los nuevos se suman a los anteriores, tanto que hoy ya son 1.088 los que modestamente se hacen llamar funcionarios o contratados. Es claro que a los súbditos, comúnmente conocidos como ciudadanos aportantes de impuestos, les resulta cada vez más caro sostener a tantos aristócratas: el presupuesto de la corte pasó de 76.341 millones de guaraníes en 2008 a 224.894 millones este año. 

La tragicómica opinión que encabeza estas líneas fue un intento de justificar el uso del presupuesto en favor de esposas, hijos, amantes y niñeras de una serie de variopintos legisladores. Para negar una información de interés público, solicitada por la prensa en el ejercicio de un derecho constitucional, se esgrimió cínicamente la tesis del “derecho a la intimidad” de quienes prestan servicios en el Congreso. Lo que se quería ocultar no era precisamente la supuesta intimidad de los funcionarios y contratados, sino más bien la de los legisladores que instalaron a sus allegados en el Congreso. Es que, una vez que se conocieran los nombres de quienes perciben dinero público mensualmente, iba a resultar fácil relacionarlos con los respectivos benefactores. 

Por eso mismo, el presidente del Senado, Julio César Velázquez, dijo cuánto ganan las 838 personas que allí trabajan, pero no dio sus nombres, los que, sin embargo, al parecer ahora se van a conocer mediante una resolución del plenario de ese cuerpo legislativo. Es claro que también la Cámara Alta tiene sus “príncipes”, aunque solo sean 45. Como era previsible, el encubrimiento fracasó, hasta ahora, al menos en lo que respecta a la Cámara de Diputados. Entonces, su presidente se lanzó a cohonestar los escandalosos nombramientos sin temor al ridículo, ni a la moral, ni a la ley ni a lo que le pueda pasar en las próximas elecciones. Sin esforzarse mucho y tomando a los ciudadanos por idiotas, adujo que los parlamentarios necesitan tener consigo “gente de confianza”, con lo cual demostró su burricie ignorando tanto la Ley Nº 1626/00, que regula la función pública, como la Nº 2777, que prohíbe el nepotismo en ella. El art. 8º de la primera ley enumera taxativamente los “cargos de confianza” y resulta que entre ellos no figuran el de ayudante de legislador o equivalente ni, mucho menos, el de niñera de sus hijos. El art. 1º de la segunda ley impide que los presidentes de las dos Cámaras nombren “a parientes comprendidos dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, salvo que tales nombramientos se efectúen en el marco de un concurso público de oposición”. ¿Hace falta insistir en que los cónyuges, hijos, amantes y niñeras que “trabajan” o deberían “trabajar” en la Cámara de Diputados no ganaron ningún concurso de ese tipo? Si se alegara que la prohibición alude a los familiares del presidente y no a los de los miembros, caería de maduro que los nombramientos de quienes están estrechamente relacionados con un legislador derivaron del uso indebido de influencias por parte de este, castigado por la Constitución con la pérdida de la investidura, o que, simplemente, son el resultado de una repartija de cargos entre los diputados, cuyos ocupantes son luego formalmente designados por el presidente. Estos mecanismos de inserción no son excluyentes entre sí. 

En todo caso, los nombramientos fueron nulos por haberse violado el art. 15 de la Ley de la Función Pública, que dispone que el sistema de selección para el ingreso es el de concurso público de oposición. Más allá de lo jurídico, lo que hasta ahora se ha descubierto muestra hasta qué punto ha llegado la chatura moral e intelectual de muchos legisladores, empezando por el presidente de la Cámara de Diputados. Para él no existen lo que se llama nepotismo ni una ley que lo prohíba. Piensa que quien ocupa un cargo público, como el de congresista, tiene el derecho de que sus allegados vivan a costa de los contribuyentes porque son de su confianza. “Así tiene que funcionar”, dijo, y se quedó de lo más ancho. Cabe preguntarse por qué, si eso realmente está bien, trató de ocultar las cosas. La “intimidad” de los beneficiarios de la práctica comentada tampoco hubiera resultado afectada, ya que no estaría mal ejercer un cargo público solo por merecer la confianza de alguien, por el motivo que sea. Uno se pregunta si está convencido de lo que dice, en cuyo caso su ignorancia es supina, y su descaro, a prueba de fuego, pues solo faltó que añadiera que también influyeron los méritos y las aptitudes. Desde luego, casi todos los demás “príncipes” sostienen lo mismo, incluso los recién llegados, como se ha visto: no tardaron en hacer uso de su influencia o del cupo para colocar a los suyos en el presupuesto. Conste que son los mismos que van a tratar, por ejemplo, la ley de responsabilidad fiscal, tendiente a reducir el gasto público en materia de personal. El Congreso tiene 1.926 funcionarios y contratados, es decir, 15 servidores públicos por parlamentario, así que no es raro que deambulen por los pasillos del Palacio Legislativo. Pocas veces se habrá visto, en la historia del Paraguay, tanta desfachatez por parte de quienes, en vez de representar al pueblo, se aprovechan de él escandalosamente. Que Juan Bartolomé Ramírez y otros “príncipes” se digan correligionarios de Eligio Ayala desnuda la degradación de nuestra clase política. 

Que no les quepan dudas a los sinvergüenzas de que ya no pueden jugar a las escondidas porque, tarde o temprano, sus trapos sucios salen a la luz, y de que la movilización ciudadana con su voto los desalojará del recinto que hoy deshonran. 
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/lamentable-chatura-intelectual-y-moral-de-muchos-legisladores-627227.html
 
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