miércoles, 19 de junio de 2013

Problemas de fondo del Mercosur

El Mercosur sufre problemas y dificultades muy anteriores y que exceden a los alcances de la actual crisis jurídico-política derivada de la suspensión de Paraguay y de la aprobación ilegal del ingreso de Venezuela al bloque. La situación de esta iniciativa de integración no tendría la gravedad que tiene si solo se redujera al desacuerdo en torno a este tema puntual o si estuviera acotada a las diferencias de interpretación de aquellas medidas adoptadas a tambor batiente a mediados del año pasado.

Con voluntad de todas las partes –si alguna de ellas renunciara a imponer su criterio mediante presiones y extorsión– quizás se zanjaría el diferendo con relativa facilidad y rapidez, para satisfacción de todos los socios. Pero no. Además de las discrepancias ideológicas, en realidad existen factores mucho más profundos que arrastran al Mercosur a una agonía que se encamina inexorablemente al naufragio.

Estos factores tienen que ver con la visión oportunista o hegemónica que los principales socios –Argentina y Brasil, respectivamente– tienen acerca de este proceso de integración comercial y económica. Paraguay y Uruguay, las economías más pequeñas de la sociedad, han cumplido con mucho mayor rigor que los otros miembros con los principios y postulados fundamentales del Mercosur en sus más de 20 años de vigencia. Prueba de ello es el último informe de la Global Trade Alert, organización vinculada al Banco Mundial y que analiza las restricciones al comercio a escala mundial, que coloca a Argentina en la cima del ranking de países con mayor cantidad de trabas al comercio en América, con 231, seguida por Brasil, con 214 restricciones identificadas. El gobierno argentino fue denunciado en más de una oportunidad en los últimos meses en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La última protesta fue refrendada por 45 naciones, algunas de ellas de la región, como el caso de Colombia. En el otro extremo de la escala se ubican Chile, Uruguay y Paraguay, naciones que prácticamente no poseen obstáculos para la circulación de bienes, mercancías y servicios. Los gobiernos de Brasil y Argentina adoptan medidas para minimizar los efectos de la actual crisis en sus propias industrias. Estas políticas proteccionistas se efectivizan en forma unilateral, sin coordinación con los demás miembros del bloque. Cada parte desarrolla su propia estrategia y su propio juego, sin que importe la opinión o los intereses de los demás socios.

Ninguna sociedad puede prosperar si sus integrantes se ignoran unos a otros. El Mercosur carece de mecanismos eficaces para enfrentar y resolver divergencias entre los socios. Apenas salta un conflicto comercial bilateral, el proyecto de integración exhibe sus obvias limitaciones, derivadas de dos hechos claves: la ausencia de una decisión política auténtica de apostar al libre comercio y de abandonar las prácticas proteccionistas; y la visión de potencia hegemónica que sobre la región tiene el Brasil y las consecuentes resistencias que esta actitud genera en los demás países. Acciones proteccionistas, represalias inmediatas, bloqueos y actitudes que rozan la extorsión, forman parte del arsenal utilizado sin tapujos en las relaciones comerciales cotidianas de quienes se dicen “socios” desde hace 20 años.

La crisis del Mercosur tiene su origen sobre todo en su fracaso como instancia de articulación comercial y de políticas macroeconómicas antes que en su acelerada desnaturalización, en curso en la actualidad, que apunta a convertir al bloque en una unión de carácter ideológico que sirva de respaldo a las aspiraciones brasileñas.


http://www.lanacion.com.py/articulo/130470-problemas-de-fondo-en-el-mercosur.html

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