lunes, 17 de junio de 2013

Saneamiento moral

El 12 de junio de 1974, los obispos dieron a conocer la carta pastoral “El saneamiento moral de la nación”, un documento utilizado reiteradas veces por la dictadura para “demostrar” que los pastores de la iglesia católica habían cambiado el catecismo por la política; el amor cristiano por el odio sectario; el perdón por la calumnia contra un Gobierno –decían sus voceros– que tanto esfuerzo venía haciendo por la paz y el progreso de la República.

Esa carta, muy aplaudida por la ciudadanía en general, expresó con elocuencia y energía la situación económica, social y moral que vivía el Paraguay. En uno de los puntos denunciaba: “El abuso de autoridad y prepotencia, sobre todo en el interior del país, donde hubo atropello y desalojo contra pobladores campesinos con apoyo de las autoridades locales e indiferencia de las superiores”

Y más adelante: “Muchas veces son las mismas instituciones encargadas de promover el bienestar rural las responsables de estas situaciones: dobles títulos de propiedad, mensuras y demarcaciones defectuosas, favoritismos e influencias injustificables”.

Este párrafo acerca de las tierras expresa algunas de las situaciones que se daban en el entonces Instituto de Bienestar Rural (IBR). Si los obispos tendrían que actualizar su carta pastoral de 1974, agregarían hoy el manejo escandaloso de las tierras administradas por el Indert; los interminables negociados a cuenta del dinero público y la total impunidad que ampara y alienta la corrupción.

Es decir, del 12 de junio de 1974 a esta parte hemos desmejorado sin remedio. El “saneamiento moral de la nación” no fue sino la expresión de una circunstancia que ha venido empeorando con los sucesivos Gobiernos de la democracia.

El miércoles, Antonio Pecci dio a conocer su libro “22 testimonios de lucha por la libertad”. Los entrevistados nos recuerdan sus padecimientos en una época de intolerancia, de violencia administrada desde el Gobierno contra sus críticos. Este libro es otro intento por mantener viva la memoria histórica.

Y aquí se da el caso particular de que también nuestra época –la de la democracia– será igualmente recordada alguna vez, estudiada, repudiada, no por la ruda intolerancia ideológica –que también se da en menor grado– sino por haberse dado las espaldas al saneamiento moral de la nación.

Nada se ha saneado. La corrupción, la arbitrariedad, el robo, etc., más bien aumentaron desde que los obispos del Paraguay habían denunciado tales hechos hace ya cuatro décadas.

Desde entonces pasaron por el Gobierno de la República mandatarios de todos los signos ideológicos. Ninguno de ellos tuvo en cuenta que hay un país que espera mejores días para sus hijos. No solo que todo sigue igual, sino que en muchos aspectos se han agravado.

Las estadísticas acerca de la salud, la educación, la nutrición, el empleo, etc., cada año empeoran. Hay millones de compatriotas que no tienen futuro ni remotamente promisorio. Y a estos compatriotas debemos agregar a los cientos de miles de indígenas que lastiman nuestra conciencia por el desamparo en que se los tiene. Y lo peor, nada hay para ellos salvo los elocuentes discursos en vísperas de elecciones generales.

Bueno sería que se reimprimiese la carta pastoral “El saneamiento moral de la nación”, y se le diese amplia difusión, por lo menos para que tengamos el testimonio cierto de que moralmente hemos retrocedido y que necesitamos, en todos los niveles de la sociedad, una sacudida tremenda para que nuestros pasos vayan hacia adelante.

Estamos en vísperas de que un nuevo gobierno tome en sus manos las riendas del Estado. No sabemos cómo será, pero suponemos que estaría sobradamente enterado de la situación material y moral del país. Suponemos también –pecando de optimistas– que algo bueno querría dejar a sus pasos al cabo de cinco años. Si va a conformarse con moverse como se movieron los anteriores gobiernos, habremos de perder otros cinco años y entonces ya serían 44 años del grito inútil de los obispos que soñaron con el saneamiento moral de la nación.

Por Alcibiades González Delvalle

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/saneamiento-moral-584837.html

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