sábado, 10 de agosto de 2013

¿Qué hará la diplomacia profesional?

Balcanización es un vocablo de la ciencia política que denuncia la acción de los estados coloniales o de vocación imperialista por la que provocan una situación que facilita la hegemonía de las potencias extranjeras y les permite imponer sus pretensiones, ya que solamente pueden encontrar una débil oposición a sus planes. (Julio César de la Vega, Diccionario Consultor Político).

Vukovar es una ciudad croata derruida por los bombardeos de la artillería Serbia en la última Guerra de los Balcanes, y sus habitantes del pasado regresan a duras penas a lo que fue su hogar. Las naciones mediterráneas como el Paraguay no pueden ni deben permanecer indiferentes ante las balcanizaciones que registra la historia, inclusive la propia, rica en guerras que literalmente pulverizaron su futuro al extremo que hablar de “integración” desde la perspectiva paraguaya es muy peligrosa. Muchos paraguayos creyeron y aún muchos creen que el futuro del Paraguay está en la integración, una palabra ambigua, que oculta varios conceptos dispares como una cesión paulatina de potestades reservadas a la nación a favor de organizaciones regionales, que, como su nombre lo indica, son aquellas que carecen de universalidad como las Naciones Unidas.

No puedo dejar de meditar, y lo afirmo con mucha pena, que la participación del Paraguay en iniciativas integracionistas ha sido un fracaso. La Cumbre de Mendoza nos ha dejado el alma cauterizada, al haber recibido de naciones que creíamos amigas el tratamiento que se da a los vacunos para marcarlos a fuego, con el objeto de que se distingan, e identifiquen a su dueño mientras vivan.

¿De quién somos los paraguayos y el Paraguay después de la Cumbre de Mendoza? ¿A quién pertenece este aparente auge, o crecimiento de nuestro producto bruto, que ya está siendo succionado por políticos que quieren comprometer el futuro del país con préstamos para levantar sus misérrimas ciudades?

¿Por qué el Estado culpa a los empresarios de la desviación de los recursos nacionales, que en la vaga astronomía del ministro, al decir de García Lorca, creía que tenía y tiene el derecho de administrar como si el pueblo pudiera resistir la sangría?

¡Cuánta insensatez! Parece que muchos creen que podemos pasar a pensar y obrar como grandes, cuando no tenemos posibilidad de dejar de ser pequeños. El Paraguay, balcanizado entre los siglos, pretende que la cadena que se nos ofrece habrá de liberarnos, después del doloroso desprecio de que fuimos víctimas por un club de presidentes y gobiernos que solo piensan en su ambiciosa eternidad.

Los medios nos revelan que máximas autoridades de nuestros vecinos piensan en su destino providencialista y proclaman a los pueblos de América que tienen “la obligación de defender a los presidentes, a los gobiernos antiimperialistas”, “defender a estos grandes hombres y mujeres que están junto a su pueblo para cambiar la historia de América Latina”. Ellos dicen que “los nuevos gobiernos democráticos y populares de la región han sido promotores de la integración, al mismo tiempo que contribuyeron a la reducción de la desigualdad y la pobreza”. “¡Vamos a enfrentar juntos estos desafíos!”. (Primer párrafo de Evo Morales, el segundo de la señora Rousseff).

Es muy triste meditar, tener hijos, nietos y bisnietos atados a esta noria en que los discípulos locales de la demencia geopolítica toman las mismas armas, las mismas ideas que nuestros vecinos, y pretenden “integrar” lo ajeno gratuitamente a su patrimonio o creen que el presupuesto de la Nación puede ser sorbido como un tereré para lucir ante sus poblaciones que ellos han logrado representarles con eficiencia.

El expresidente del Paraguay Fernando Lugo Méndez ha ingresado con su tropa al Parlamento Nacional (no importa su complicidad con nuestros verdugos ni el mal desempeño de sus funciones) y están decididos a expropiar un inmueble por mes, conforme lo ha declarado ante la prensa el discípulo liberal José Pakova Ledesma, “a fin de hacer posibles los fines del Indert y de la Reforma Agraria”, negocio de caudillos que no enriquece a los pobres sino a los ricos ocultos entre los matorrales de la descentralización de los municipios, gobernaciones y recursos de las binacionales. En realidad llevan la recaudación de lo ajeno hacia arriba y así nadie se puede quejar de las Alianzas, Concertaciones, Movimientos y Partidos que “intermedian” el sufragio por disposición expresa de la ley.

Entretanto, los presidentes, vicepresidentes, senadores, diputados, ministros, viceministros, gobernadores, diplomáticos, militares, policías y magistrados del Poder Judicial no son considerados funcionarios públicos por el art. 2º de la Ley 1626/2000, y por tanto tienen el derecho de violar a su gusto las 16 prohibiciones del art. 60 de la misma ley entre las cuales figura “usar la autoridad que provenga de su cargo para influir o afectar el resultado de alguna elección, cualquiera sea su naturaleza”.

Las flores negras son impunes. ¿Cómo piensa el nuevo gobierno gobernar e integrarse a los otros jardines? ¿Puede la diplomacia profesional evitar que nuestra reincorporación al Mercosur nos convierta en el picadillo de Brasil y Argentina?

Por Gustavo de Gásperi

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/mercosur-o-la-balcanizacion-del-paraguay-605348.html

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