viernes, 27 de septiembre de 2013

Razón y solidaridad

Un montón de personas que forman parte de familias y un montón de familias que forman parte de comunidades y un montón de comunidades que, a veces, consideramos que no fueran parte de nuestro país, a menos que estén a dos casas de nuestra casa, ¡han sido dañadas con la tormenta de la “bienvenida primaveral!” del pasado sábado 21!. ¿Qué podemos hacer nosotros? Parecería que es trabajo solo del Gobierno encargarse de los damnificados.

Es evidente que cuando ocurren tragedias en las que miles de personas pierden sus bienes más necesarios para seguir adelante, hacen falta personas que les recuerden con gestos concretos que es posible “seguir adelante”.

La vida misma interpela nuestra humanidad. La pone en movimiento y esto es bueno porque es una señal de que estamos vivos. Ese moverse, ese salir de uno mismo, ese solidarizarse vale mucho la pena porque en nuestro accionar libre, nuestra humanidad crece y nos hace dichosos. Como decía el escritor inglés Chesterton: “Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa”.

Pero, ¿qué ocurre últimamente con nuestra solidaridad? Que oscila entre los manifiestamente ruidoso y desordenado, y lo tristemente frío y apagado. Si a alguien se le ha caído el techo de la casa no necesita un lote de libros o “salir en la tele y enviar saludos a todos los que le conocen”, necesita un techo.

Tampoco precisa que le acerquemos 100 techos al mismo tiempo, alguno tendrá que acercar el oído y escuchar sus desdichas, otro tendrá que cargar con sus cosas mojadas, otro tendrá que prestarle una cama hasta que la suya se seque del todo… Y esta solidaridad inteligente, humanamente sana y deseable, solo se consigue razonando la realidad.

¡La razonabilidad de la solidaridad no se puede dar por descontada! Es algo que tenemos que despertar, suscitar a través de la educación. Sí, para ser solidarios necesitamos ser educados en una mirada realista de la vida. Y esto implica admitir la posibilidad de entrar en juego, de arriesgar algo propio en busca del bien común, en busca del bienestar ajeno. Solo por humanidad.

Quizás una de las grandes deudas de la democracia paraguaya es que no nos ha educado a apreciar la belleza de la participación, del protagonismo, de la realización que implica “ser parte de”, pertenecer. Porque cuando nos sentimos parte, cuando somos comunidad, el Estado cumple su rol subsidiario pero no nos quita protagonismo.

Somos nosotros los que no queremos perdernos la posibilidad de entrar en acción para ayudar, porque es lo más razonable que existe.

http://www.ultimahora.com/es-razonable-ser-solidarios-n726315.html

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;