sábado, 22 de junio de 2013

La diplomacia del avestruz

La revista inglesa The Economist, en su edición de junio pasado, aporta a la orientación de la diplomacia del Paraguay una luz increíblemente oportuna, que sin duda habrá de sumarse a la que despliegan a diario nuestros guías criollos y políticos enredados en la difícil encrucijada, que más tiene de enigma, disfrazada de coyuntura de la política internacional. Trataré de interpretar las ideas por si pudieran ayudar a descifrar el acertijo que se presenta ante el Paraguay como un peligroso tornado que se aproxima amenazante en el horizonte adornado por las ideas del Partido Trabalhista brasileño y la derivación del peronismo argentino.

Para los Presidentes de Perú y Colombia, no comprometidos ideológicamente con Maduro, la visita de Capriles, líder de la oposición venezolana fue más sufrida que una cataplasma en un tórrido verano, en medio de insultos desde Caracas, verdaderos exabruptos pronunciados para ofender mediante acusaciones inverosímiles.

La Organización de Estados Americanos, cuya Carta Democrática fue lanzada en el año 2011 fue utilizada hasta el momento más para proteger a los Presidentes, incluido Chaves, y para aporrear a países enclenques o endebles como Paraguay y Honduras.

Brasil parece más interesado en proteger sus negocios con Venezuela que le producen billones.

El señor Insulza dijo que “la atmósfera” no era conducente a una discusión sobre la crisis venezolana, como una forma de decir que nadie quería tomar con las manos la papa hirviente, a pesar de haber afirmado que Venezuela estaba en infracción de la Carta Democrática.

La crisis venezolana, sigue el artículo que comentamos, fue puesta en evidencia por la oposición de ese país, lo que pone a los Presidentes bajo presión de sus parlamentos y grupos civiles que defienden la democracia. La conducta del avestruz puede no servir para siempre. Hasta aquí el artículo del Economist.

El Paraguay, geográfica y geopolíticamente está dentro del mapa del Brasil Central, y con la Argentina, geográfica y geopolíticamente estamos ensartados por los territorios que salieron del nuestro después de la Guerra Grande. Parecemos un “brochette” o “espeto”.

He sostenido en algún artículo que nos parecemos a Jonás que habitó la barriga de dos ballenas, y es por ello por lo que a veces el reflujo nos sabe muy ácido.

Para curar tales dolencias están los cancilleres quienes llevan en ristre la única arma posible: el derecho, en especial el internacional público.

Obviamente nuestro dilema es: seguimos viviendo dentro de la barriga de las ballenas vecinas y hermanas o preferimos vivir fuera de tan amables estómagos.

En artículos anteriores, me he permitido recordar un argumento expuesto en un dictamen jurídico por mi amigo el canciller José Félix Fernández Estigarribia, quien al referirse a la posibilidad de que nuestros vecinos nos sancionen como finalmente lo hicieron, debieron respetar la Carta de las Naciones Unidas que impone a las Organizaciones Regionales el deber de subordinar su eventual poder coercitivo a la aprobación previa del Consejo de Seguridad. Por supuesto las ballenas de nuestro relato prefirieron dar un coletazo y dejarnos aporreados en la acidez de su reflujo.

Creo que la paz es un derecho del hombre, y si alguien se opone propongo preguntarle a un Sirio. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es la autoridad que preserva la paz en el mundo y evalúa los hechos que la ponen en peligro.

Creo también que el señor Maduro juega peligrosamente con la paz o contra ella. Por ello he propuesto: cualquier alternativa en el tema Mercosur y Unasur y el conflicto que nos amenaza debe ser previamente aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Está en la Carta que es ley para Brasil, Argentina, Paraguay, y para Uruguay que a veces ladra en el horizonte muy lejos del río. Pero no debemos sonreir a quienes nos han regalado su vómito.



Por Gustavo de Gásperi (*)

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/la-diplomacia-del-avestruz-587285.html

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