lunes, 8 de julio de 2013

Duele, había sido

Finalmente, cualquier caldito es alimento. La solidaridad del Gobierno paraguayo fue muy apreciada por el funcionario que Bolivia dejó como encargado de su Embajada en Paraguay, porque si bien el Senado fue el único órgano del Estado que tuvo una postura oficial, tanto el presidente Franco como la Cancillería se pronunciaron públicamente sobre lo ocurrido con Evo Morales solidarizándose con él y con el pueblo boliviano.

Bolivia y, por ende, sus socios bolivarianos del Mercosur y de Unasur sintieron en carne propia lo que es el abuso de poder. Algunos gobiernos europeos actuaron con el mismo procedimiento patotero con que aquellos lo hicieron con Paraguay el año pasado por una razón similar: supusieron que Evo Morales fue a Rusia a rescatar al disidente norteamericano, excontratado de la CIA, Edward Snowden, y que este se encontraría en el avión del Presidente boliviano. La patota europea les negó sobrevuelo del avión en sus territorios, inclusive la escala técnica tal como estaba programada.


En lo que respecta a nuestro país, la patota bolivariana –por su parte– se creyó con todo el derecho del mundo a llegar de golpe en un avión, y entre todos presionar por todos los medios para tratar de frenar un procedimiento interno del país, establecido claramente en la Constitución Nacional como una atribución exclusiva del Congreso paraguayo, a cuyos miembros la Carta Magna prohíbe recibir mandatos imperativos.

Ellos supusieron que en Paraguay se estaba llevando a cabo un golpe de Estado y se creían con atribuciones legítimas de intervenir, sin que nadie se los pidiera. Estaba de por medio, antes que la institucionalidad democrática, la cabeza de un amigo bolivariano: Fernando Lugo.

Razones existían para suponer que en Paraguay se estaba gestando un golpe de Estado. Un país con una larga historia de inestabilidad política, de asonadas cuarteleras y de intentos de interrumpir el proceso democrático, ¿quién no creería que fuera posible un golpe más?
Razones existían también para suponer que el exhombre de la CIA, buscado afanosamente por filtrar informaciones clasificadas, pueda ser socorrido por alguien que goza de inmunidad para poder trasladarse sin revisión alguna desde Rusia a Bolivia o a cualquier otro país del territorio bolivariano. Un enemigo de la nomenclatura estadounidense se convierte automáticamente en el mejor amigo de un bolivariano. Y si cuenta con información clasificada del país del norte, mejor aún, se convierte en un amigo privilegiado.

Aunque, finalmente, el propio Fernando Lugo declaró públicamente, sin presión de ningún poder fáctico y menos de las Fuerzas Armadas o de la Policía, que acataba la decisión del Congreso de destituirlo en juicio político; y aunque el destituido presidente se postuló después, hizo campaña y ganó un lugar en el Senado, los patoteros impusieron su criterio de que aquí hubo golpe de Estado. Insistieron tanto en eso, desde afuera, y repitieron tanto aquí adentro todos aquellos que perdieron el chupete de la burocracia, que el eslogan “golpistas, les cantaremos las cuarenta” no logró cosechar ni siquiera el 10% de los votos en las elecciones generales, y en el primer aniversario del “golpe” casi llenaron un salón.

Hoy los patoteros sienten en carne propia lo que es un abuso de poder. Duele, había sido. Y para colmo no pueden darse el lujo de rechazar una muestra de solidaridad, como la que ha expresado el Senado y, extraoficialmente, otras autoridades nacionales que fueron sus víctimas ayer.

A propósito, mi solidaridad con el pueblo boliviano, cuya representatividad fue irrespetada y puesta en entredicho, y con Evo Morales, inclusive si pudo rescatar a Snowden, porque según sus denuncias, tampoco es correcto y legítimo lo que las autoridades norteamericanas hacen contra el derecho y las garantías ciudadanas.

Por Edwin Brítez

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/duele-habia-sido-592726.html

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;