lunes, 8 de julio de 2013

Trabajar en educación de inmediato

De las muchas urgencias que deberá atender el nuevo gobierno la educación debe figurar al tope de la lista. Ha sido demasiado el tiempo desperdiciado en este campo, crucial para alcanzar la meta anhelada de la superación de la pobreza y el atraso. El nuevo gobierno debe operar activamente para convertir a los maestros en aliados en el proceso de profundos cambios que es vital impulsar sin pérdida de tiempo.

Aunque las vacaciones de invierno abren una suerte de paréntesis en el conflicto entre los gremios docentes y el gobierno, lo cierto es que el problema está lejos de resolverse. Los maestros alegan que muchos de los acuerdos arribados con anterioridad no fueron respetados por las autoridades. El reclamo coincide además con el pésimo momento que atraviesan las arcas públicas. Lo más probable en estas condiciones es que el conflicto y las medidas de fuerza -que solo perjudican a los estudiantes- se recrudezcan a la vuelta a clases. Con este panorama, el 2013 se encamina a convertirse en otro año perdido para la educación paraguaya.

No solo no se introdujo la más mínima mejora a la educación -infraestructura, mallas curriculares, aumento de horas de clase, ampliación de programas de becas, etcétera- sino que los mismos problemas crónicos que se arrastran desde hace años cobraron renovada vigencia: aulas y escuelas que se caen a pedazos, retrasos y sospechas de negociados en la provisión de útiles y de la merienda escolar y los interminables conflictos gremiales. Lamentablemente, las perspectivas para lo que queda del año no son muy alentadoras. Por eso mismo, es indispensable que el nuevo gobierno comience a trabajar sin pérdida de tiempo para que el 2014 no se transforme también en una oportunidad fallida. Para ello es fundamental empezar a ocuparse de la educación desde el mismo día en que se instalan las nuevas autoridades. Un paso adelante en este sentido debe ser la formación de una mesa de diálogo con los gremios docentes, con el propósito de resolver el impasse actual pero también con una visión a futuro, estratégica.

Los docentes deben ser los protagonistas del cambio que el país necesita en la educación. Sin la participación, sin el entusiasmo, sin el compromiso de los maestros cualquier intento de transformar nuestro sistema educativo, de modernizarlo y adecuarlo a las exigencias del presente naufragarán irremediablemente. Si el porvenir de un país depende de la buena o mala educación que reciben sus niños y jóvenes, entonces una parte fundamental de ese porvenir está en manos de los maestros. Por esta razón, los gremios de maestros deben ser conscientes y orgullosos de este papel y no usarlo con fines extorsivos. La lucha por sus reivindicaciones es legítima pero no puede darse a costa de la sociedad y debe integrar, además, actitudes más proactivas. Nuestro país necesita dar un salto histórico y radical en la calidad de la educación que se imparte en escuelas y colegios, tanto públicos como privados.

A los docentes les está reservado un rol crucial en este objetivo, indispensable para superar el atraso y la pobreza. Un paso previo para ello es que los mismos gremios de maestros reconozcan las grandes deficiencias que tiene la educación y la escasa formación de los profesores. Los docentes, como todos los demás ciudadanos, tienen el absoluto derecho de reclamar mejores condiciones de vida y de trabajo. Pero también es necesario que asuman a la vez el compromiso de mejorar sustancialmente su formación profesional y sus capacidades pedagógicas.

De las muchas urgencias que deberá atender el nuevo gobierno la educación debe figurar al tope de la lista. Ha sido demasiado el tiempo desperdiciado en este campo, crucial para alcanzar la meta anhelada de la superación de la pobreza y el atraso. El nuevo gobierno debe operar activamente para convertir a los maestros en aliados en el proceso de profundos cambios que es vital impulsar sin pérdida de tiempo.

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