Un cariño de esos
y una verdad de aquellas
haciendo una trilogía un tanto extraña,
Asunción, Kentucky y Santa Cruz
en la yema de unos dedos con kilómetros de emociones,
para que la noche sea eso mismo
terreno apto para la búsqueda,
oscuridad donde la semilla germina
y en la que el buscador no tiene trabas
cumplidas las funciones de precario compartidor.
Poder decir que le torcí el cuello al tiempo
- después de que me rajó las espaldas –,
que le moví el piso al metro, al ritmo y al fulgor de mis yoes
por esa densidad y preclaridad de la distancia
instalándose sin prepotencia en la mirada y las manos,
como se instala un susurro en la voz del que concede.
Negar los naufragios
porque todos fueron previstos y queridos,
los velorios
porque se ganaron una fama sobrevalorada,
y todos los cumpleaños
porque nada, salvo la torta, está en la edad.
Y seguir buscando
como desde los tres o los treinta años,
sabiendo que no se encuentra sino que se construye
pero que a veces el universo hace trampa y permite
lleguemos a donde no podríamos sin suerte o destino
- con Borges y Cortázar en la mochila -,
como si hallar
no fuese otra cosa que hallarnos.
El autor de este poema es mi hermano, residente en Santa Cruz, Bolivia. Un economista y escritor afamado con tantas obras publicadas y leídas en todo el mundo que se me hincha el pecho de orgullo doble: porque es mi hermano y porque es paraguayo!!!!!! No puedo menos que compartir su obra en este espacio y que lo disfruten como lo hice yo.
La solución a nuestros problemas...
Hace 10 años
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